Foro Gran Hotel
Fan-fic de Gran Hotel: El fin
Fan-fic de Gran Hotel: El fin
Hola a todos, amigos hoteleros (?) xD
Se me ha ocurrido viendo el buen rollo que hay por este foro colgar aquí un fan-fic que ya tengo terminado y pondría por capítulos. No quiero empezar antes de que me deis el visto bueno, ¿Qué os parece la idea? No hay muchos fan-fics de Gran Hotel por ahí (yo no he visto ninguno) y me apetece que lo lean el resto de fans. Siempre me han encantado los fan-fics, son tan fáciles de escribir y tan entretenidos... si conocéis alguno más que se esté colgando por ahí avisadme! Opinioneees.
Se me ha ocurrido viendo el buen rollo que hay por este foro colgar aquí un fan-fic que ya tengo terminado y pondría por capítulos. No quiero empezar antes de que me deis el visto bueno, ¿Qué os parece la idea? No hay muchos fan-fics de Gran Hotel por ahí (yo no he visto ninguno) y me apetece que lo lean el resto de fans. Siempre me han encantado los fan-fics, son tan fáciles de escribir y tan entretenidos... si conocéis alguno más que se esté colgando por ahí avisadme! Opinioneees.
Ya sabes Libou que a mi me encantaría poder tenerlo por aquí! Ya leí el que hiciste, acabado, y me ha encantado
Escribes muy bien y la historia que planteas es diferente. Quedaría bien en el foro. Así otras personas podrían animarte también.
Escribes muy bien y la historia que planteas es diferente. Quedaría bien en el foro. Así otras personas podrían animarte también.
Un fan-fic es como una historia alternativa sobre una serie. Por ejemplo yo puedo escribir y publicar aquí:
Gran Hotel, el origen de los Aldecoa... Y contar la historia de doña Teresa. (Pero no lo haré eh).
Gran Hotel, el origen de los Aldecoa... Y contar la historia de doña Teresa. (Pero no lo haré eh).
Pueeeees, comencemos.
Primero presentaré un poco el fic. Se me ocurrió mientras veía el último capítulo de la 2ª temporada, sencillamente me pregunté: ¿Qué habría pasado si la entrada a la habitación secreta de D. Carlos no hubiese estado en ese armario? Espero que disfrutéis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo :)
EL FIN
En aquella habitación no habia nada inusual, se trataba de una habitación exactamente igual a las del resto del hotel, seguramente la entrada que buscaban estaba en la habitación de al lado. Fue Alicia quien abrió la puerta, encontrándose con un pálido Andrés que les susurraba aterrado.
-Es Don Diego, es Don Diego.
Cerró la puerta lo más rápido que pudo, se detuvo para mirar a Julio unos segundos, que parecía tan asustado como ella.
-Sólo soy un camarero,-dijo él- No tiene por que sospechar de mí.
-Tú y yo solos, juntos aqui...-respondió- Y ya sabes lo celoso que es Diego.
Ámbos comenzaron a buscar un lugar donde esconderse, temblaban y palidecían por momentos. Diego les encontraría, y el cuento de amor y misterio que estúpidamente habían comenzado terminaría.
Un armario, perfecto.
-Julio...-susurró ella, indicándole con la mano que se metiese dentro.
La puerta se abrió en el último segundo, Diego estaba allí, y la tensión apenas les dejaba respirar. El final se estaba acercando, junto con Diego y su pistola. Él, cargado de odio, ella, de muerte.
-Sabía que esto iba a pasar- susurró Julio mientras apartaba las perchas.
-Cállate- ordenó ella.
-En un minuto estaremos los dos muertos- siguió- o al menos yo estaré muerto.
-Cállate por Dios- dijo Alicia de nuevo, cortándole.
Todo se estaba viniendo abajo, la función había acabado. Era hora de despertar, de asumir la realidad, de dejar las cosas claras. Entonces Julio habló, como despertando de un largo sueño, en el que había estado sumido durante los últimos meses, desde la extraña desaparición de su hermana, desde... desde la primera vez que la vio a ella. Sí, seguro que fue entonces cuando se durmió. Respiró hondo, casi mareado, y el aire se clavó en sus pulmones, la realidad le dio de lleno en el estómago, y sintió la necesidad de decírselo, a ella. Quería decirle lo que realmente sentía:
-Quiero que sepas que te quise desde que te ví en la estación de tren.
Alicia abrió los ojos asombrada. Asombrada por la sinceridad de sus palabras, asombrada porque ella jamás se hubiera atrevido a reconocer que se enamoró del señor Mollins nada más mirarle a los ojos.
-Por favor..- susurró, y le chistó al borde de las lágrimas.
-He hecho lo que he podido para dejar de quererte- continuó Julio.- Pero no puedo.
Alicia sentía como se le humedecían los ojos. Aquella presión que sentía en el pecho apenas la dejaba respirar. Porque sí, Julio hacía que le doliese el corazón.
-Julio...-susurró. Más por placer que por hacerle callar.
Entonces se percató.
-La llave.-Susurró aterrada.-Me la he dejado fuera. La llave...
No iban a librarse de esa. Definitivamente se había acabado. Todas las posibles versiones de lo que ocurriría a continuación pasaron frenéticamente por la mente de Julio. Ninguna de ellas le gustó, excepto una, una en la que Diego salía de la habitación sin más, quizá porque algún asunto de mayor importancia lo reclamaba, quizá porque no era capaz de afrontar que su mujer estuviese con otro hombre. Quizás lo dejase pasar, como aquella vez que pensaron fugarse juntos...
Esa sería una gran historia, escaparían de la muerte, y, con suerte, del Gran Hotel. Pero aquella historia, aunque bonita, era poco probable. La miró a los ojos y la besó, con tanta intensidad como si la hubiese besado mil veces. Lo habría hecho, si hubiese tenido tiempo. Aunque siempre oponiendo cierta resistencia, Alicia se entregó al beso a su manera.
Julio aumentó la intensidad, y empujó a Alicia contra la pared del armario, haciendo ruido.
Diego, con la pistola en una mano y la llave dorada en otra, lo oyó, y se dirigió lentamente hacia el armario.
Alicia sintió las pisadas de su marido, cada vez más cercanas a ellos. Casi veía caer el telón de la función.
Fué entonces cuando dejó de oponer su continua resistencia, entregándose al beso de verdad, con la pasión que había estado reteniendo desde que, ya prometida, conoció al señor Mollins, aquel arquitecto apuesto, sincero... libre. Agarró a Julio del cuello y profundizó en el beso, acercándole a ella, exaplorando su boca con la lengua. Él, asombrado y extrañamente feliz la agarró por la cintura, con fuerza, en un golpe brusco, que quizá hizo ruido, pero eso ya no importaba.
Ella gimió, en un susurro casi imperceptible e introdujo sus dedos en el cabelló de él, mientras éste bajaba hacia su cuello. Entonces se dio cuenta de lo rápido que se besaban, aquello había dejado de ser humano, había dejado de ser real.
Le temblaban las piernas, y su pecho subía y bajaba frenético.
Julio volvió a su boca, esta vez más lentamente, aunque no con menos intensidad. La temperatura subía y con ella, las ganas de los dos amantes de arrancarse la ropa. Aquello era nuevo para Alicia. Ella estaba casada, y conocía el placer de estar con un hombre de aquella forma, pero no así, no con Julio. Nunca antes había sentido ese deseo, ese calor que viajaba desde su vientre hasta cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo. No solo con un beso.
Diego posó su mano en el pomo del armario, y lo giró, provocando un sonido chirriante. Una lágrima recorrió el rostro de Alicia, mojando así el de Julio, que separó sus labios de los de ella suavemente.
-Te quiero.-Susurró Alicia, en un último aliento, en un último latido. Mirándole a los ojos intentando transmitirle todo lo que sentía, todo el amor que había guardado para él en secreto, en un cajón, entre los recuerdos de su niñez y las esperanzas de un futuro imposible. Por fin lo había dicho.
Entonces, encerrada en aquel armario, a punto de ver como su cuento se desmoronaba, se sintió libre.
La puerta del armario se abrió de pronto, fugaz, y allí, frente a ellos apareció Diego, pistola en mano, preparado para disparar, loco de rabia. Los dos amantes se separaron instintivamente, pero ya era demasado tarde.
-Diego, puedo explicarlo- dijo Alicia, acercándose a su marido.
Diego permanecía quieto, impasible. Alicia siguió avanzando hacia él, que apuntaba a Julio con la pistola.-Puedo explicarlo Diego, solo déjame que te lo explique.
Error. Alicia apoyó la mano en su hombro, y su solo contacto hizo estallar una chispa dentro de su marido que prendió todo su odio. De pronto toda la habitación ardía, los muebles languidecían. Todo pareció teñirse de rojo sangre, o rojo pasión. Las imágenes se entrecruzaron en la mente de Alicia, ya nada tenía sentido, nada había tenido sentido desde un principio. El suelo se acercaba peligrosamente hacia ella, y comenzó a sentir un dolor punzante en la sien. Respiró antes del impacto, y el aire le supo a hierro y polvo. Todo su mundo dio un vuelco, un giro de tresciestos sesenta grados, y el negro ocupó el lugar del rojo sangre, o rojo pasión.
Primero presentaré un poco el fic. Se me ocurrió mientras veía el último capítulo de la 2ª temporada, sencillamente me pregunté: ¿Qué habría pasado si la entrada a la habitación secreta de D. Carlos no hubiese estado en ese armario? Espero que disfrutéis leyéndolo tanto como yo escribiéndolo :)
EL FIN
En aquella habitación no habia nada inusual, se trataba de una habitación exactamente igual a las del resto del hotel, seguramente la entrada que buscaban estaba en la habitación de al lado. Fue Alicia quien abrió la puerta, encontrándose con un pálido Andrés que les susurraba aterrado.
-Es Don Diego, es Don Diego.
Cerró la puerta lo más rápido que pudo, se detuvo para mirar a Julio unos segundos, que parecía tan asustado como ella.
-Sólo soy un camarero,-dijo él- No tiene por que sospechar de mí.
-Tú y yo solos, juntos aqui...-respondió- Y ya sabes lo celoso que es Diego.
Ámbos comenzaron a buscar un lugar donde esconderse, temblaban y palidecían por momentos. Diego les encontraría, y el cuento de amor y misterio que estúpidamente habían comenzado terminaría.
Un armario, perfecto.
-Julio...-susurró ella, indicándole con la mano que se metiese dentro.
La puerta se abrió en el último segundo, Diego estaba allí, y la tensión apenas les dejaba respirar. El final se estaba acercando, junto con Diego y su pistola. Él, cargado de odio, ella, de muerte.
-Sabía que esto iba a pasar- susurró Julio mientras apartaba las perchas.
-Cállate- ordenó ella.
-En un minuto estaremos los dos muertos- siguió- o al menos yo estaré muerto.
-Cállate por Dios- dijo Alicia de nuevo, cortándole.
Todo se estaba viniendo abajo, la función había acabado. Era hora de despertar, de asumir la realidad, de dejar las cosas claras. Entonces Julio habló, como despertando de un largo sueño, en el que había estado sumido durante los últimos meses, desde la extraña desaparición de su hermana, desde... desde la primera vez que la vio a ella. Sí, seguro que fue entonces cuando se durmió. Respiró hondo, casi mareado, y el aire se clavó en sus pulmones, la realidad le dio de lleno en el estómago, y sintió la necesidad de decírselo, a ella. Quería decirle lo que realmente sentía:
-Quiero que sepas que te quise desde que te ví en la estación de tren.
Alicia abrió los ojos asombrada. Asombrada por la sinceridad de sus palabras, asombrada porque ella jamás se hubiera atrevido a reconocer que se enamoró del señor Mollins nada más mirarle a los ojos.
-Por favor..- susurró, y le chistó al borde de las lágrimas.
-He hecho lo que he podido para dejar de quererte- continuó Julio.- Pero no puedo.
Alicia sentía como se le humedecían los ojos. Aquella presión que sentía en el pecho apenas la dejaba respirar. Porque sí, Julio hacía que le doliese el corazón.
-Julio...-susurró. Más por placer que por hacerle callar.
Entonces se percató.
-La llave.-Susurró aterrada.-Me la he dejado fuera. La llave...
No iban a librarse de esa. Definitivamente se había acabado. Todas las posibles versiones de lo que ocurriría a continuación pasaron frenéticamente por la mente de Julio. Ninguna de ellas le gustó, excepto una, una en la que Diego salía de la habitación sin más, quizá porque algún asunto de mayor importancia lo reclamaba, quizá porque no era capaz de afrontar que su mujer estuviese con otro hombre. Quizás lo dejase pasar, como aquella vez que pensaron fugarse juntos...
Esa sería una gran historia, escaparían de la muerte, y, con suerte, del Gran Hotel. Pero aquella historia, aunque bonita, era poco probable. La miró a los ojos y la besó, con tanta intensidad como si la hubiese besado mil veces. Lo habría hecho, si hubiese tenido tiempo. Aunque siempre oponiendo cierta resistencia, Alicia se entregó al beso a su manera.
Julio aumentó la intensidad, y empujó a Alicia contra la pared del armario, haciendo ruido.
Diego, con la pistola en una mano y la llave dorada en otra, lo oyó, y se dirigió lentamente hacia el armario.
Alicia sintió las pisadas de su marido, cada vez más cercanas a ellos. Casi veía caer el telón de la función.
Fué entonces cuando dejó de oponer su continua resistencia, entregándose al beso de verdad, con la pasión que había estado reteniendo desde que, ya prometida, conoció al señor Mollins, aquel arquitecto apuesto, sincero... libre. Agarró a Julio del cuello y profundizó en el beso, acercándole a ella, exaplorando su boca con la lengua. Él, asombrado y extrañamente feliz la agarró por la cintura, con fuerza, en un golpe brusco, que quizá hizo ruido, pero eso ya no importaba.
Ella gimió, en un susurro casi imperceptible e introdujo sus dedos en el cabelló de él, mientras éste bajaba hacia su cuello. Entonces se dio cuenta de lo rápido que se besaban, aquello había dejado de ser humano, había dejado de ser real.
Le temblaban las piernas, y su pecho subía y bajaba frenético.
Julio volvió a su boca, esta vez más lentamente, aunque no con menos intensidad. La temperatura subía y con ella, las ganas de los dos amantes de arrancarse la ropa. Aquello era nuevo para Alicia. Ella estaba casada, y conocía el placer de estar con un hombre de aquella forma, pero no así, no con Julio. Nunca antes había sentido ese deseo, ese calor que viajaba desde su vientre hasta cada una de las terminaciones nerviosas de su cuerpo. No solo con un beso.
Diego posó su mano en el pomo del armario, y lo giró, provocando un sonido chirriante. Una lágrima recorrió el rostro de Alicia, mojando así el de Julio, que separó sus labios de los de ella suavemente.
-Te quiero.-Susurró Alicia, en un último aliento, en un último latido. Mirándole a los ojos intentando transmitirle todo lo que sentía, todo el amor que había guardado para él en secreto, en un cajón, entre los recuerdos de su niñez y las esperanzas de un futuro imposible. Por fin lo había dicho.
Entonces, encerrada en aquel armario, a punto de ver como su cuento se desmoronaba, se sintió libre.
La puerta del armario se abrió de pronto, fugaz, y allí, frente a ellos apareció Diego, pistola en mano, preparado para disparar, loco de rabia. Los dos amantes se separaron instintivamente, pero ya era demasado tarde.
-Diego, puedo explicarlo- dijo Alicia, acercándose a su marido.
Diego permanecía quieto, impasible. Alicia siguió avanzando hacia él, que apuntaba a Julio con la pistola.-Puedo explicarlo Diego, solo déjame que te lo explique.
Error. Alicia apoyó la mano en su hombro, y su solo contacto hizo estallar una chispa dentro de su marido que prendió todo su odio. De pronto toda la habitación ardía, los muebles languidecían. Todo pareció teñirse de rojo sangre, o rojo pasión. Las imágenes se entrecruzaron en la mente de Alicia, ya nada tenía sentido, nada había tenido sentido desde un principio. El suelo se acercaba peligrosamente hacia ella, y comenzó a sentir un dolor punzante en la sien. Respiró antes del impacto, y el aire le supo a hierro y polvo. Todo su mundo dio un vuelco, un giro de tresciestos sesenta grados, y el negro ocupó el lugar del rojo sangre, o rojo pasión.
Muchas gracias a todos! Y me encantaría que os animaseis a escribir, estaré encantada de leer vuestros fan-fics. Eso ha sido solo la primera parte, no es muy largo pero sí que continúa un poco más. Mañana subiré la segunda parte. Gracias por vuestro apoyo! :3
Hay más? Estupendo! Quiero saber qué hace Diego con Julio, qué pasa en el hotel cuando se enteren... Más!