Foro Amar en tiempos revueltos
Armenteros: fiel reflejo de una época
Armenteros: fiel reflejo de una época
No es que todos los militares durante la Dictadura, fueran como el Teniente Coronel Armenteros, la prueba es, que, el capitán Olavide es también militar, y es la antitesis cómo persona del Teniente Coronel; pero lo que la serie refleja sobre el carácter militar de aquella época, es muy aproximado.
Cecilia es una "víctima" de su padre, pero puedo afirmar, que, en la vida real, había decenas de miles de esposas, hijas e hijos de militares, que padecieron en silencio las intransigencias de sus padres militares.
El espíritu militar se transmitía de abuelos a padres y a hijos durante siglos; pero cuando la España de los años sesenta, empezó a despertar de su ostracismo, y los jóvenes como Cecilia comenzaron a descubrir que existía un mundo muy distinto a lo que estaban "condenados" a aceptar por decreto militar; se produjo el choque generacional.
Cecilia, harta de seguir con la farsa a que estaba sometida por su intransigente padre, explotó de tanta mentira; y cómo otros tantos jóvenes hijos de militares, decidieron poner punto final a tanto disimulo social impuesto por la fuerza, y rompieron con las cadenas que les mantenía presos a ese sistema.
El choque fue terrible, pues los "padres dictadores" no daban crédito a la "rebelión" de sus hijos, y si eran chicas el choque era escalofriante; les era imposible entender, que sus hijos ya no seguían esas consignas obsoletas que durante siglos (cómo dije antes) había sido normas aceptadas cómo las más apropiadas para mantener la decencia y el honor de las personas.
Armenteros no podía entender la actitud de su hija, y monta en cólera, se le desatan todos los demonios de su mente; y al seguir creyendo que es el dueño de todas las voluntades de su familia, busca las formas de sofocar esa rebelión; y cree que internando a Cecilia en un centro de rehabilitación, va a solucionar el problema.
Pero afortunadamente aquella generación de militares dictadores terminó con Armenteros; y hoy, como todos sabemos, los militares se ha supeditado a las normas civiles, cuando antes era todo lo contrario.
Aquella mentalidad militar, que muchas veces lindaba con el sadismo, se fundamentaba en un honor que consideraban imprescindible para convivir; y cómo se solía decir: "las letras con sangre entran", tenían la absoluta creencia, que, el ser humano ha de ser sometido a las leyes del orden, y éstas sólo se pueden departir en toda su dureza y crudeza.
Desgraciadamente algo de razón tenían, puesto que hoy vemos muchos jóvenes libertinos y depravados, donde la única razón de sus vidas es el libertinaje y la impudicia. Ni una cosa ni la otra.
Lo realmente triste, es que hoy, muchas personas no sean capaces de discernir por ellas mismas, sin que nadie les obligue a ello, que, las sociedades sanas se fundamentan en el respeto, la solidaridad, la ley y la justicia.
Cecilia es una "víctima" de su padre, pero puedo afirmar, que, en la vida real, había decenas de miles de esposas, hijas e hijos de militares, que padecieron en silencio las intransigencias de sus padres militares.
El espíritu militar se transmitía de abuelos a padres y a hijos durante siglos; pero cuando la España de los años sesenta, empezó a despertar de su ostracismo, y los jóvenes como Cecilia comenzaron a descubrir que existía un mundo muy distinto a lo que estaban "condenados" a aceptar por decreto militar; se produjo el choque generacional.
Cecilia, harta de seguir con la farsa a que estaba sometida por su intransigente padre, explotó de tanta mentira; y cómo otros tantos jóvenes hijos de militares, decidieron poner punto final a tanto disimulo social impuesto por la fuerza, y rompieron con las cadenas que les mantenía presos a ese sistema.
El choque fue terrible, pues los "padres dictadores" no daban crédito a la "rebelión" de sus hijos, y si eran chicas el choque era escalofriante; les era imposible entender, que sus hijos ya no seguían esas consignas obsoletas que durante siglos (cómo dije antes) había sido normas aceptadas cómo las más apropiadas para mantener la decencia y el honor de las personas.
Armenteros no podía entender la actitud de su hija, y monta en cólera, se le desatan todos los demonios de su mente; y al seguir creyendo que es el dueño de todas las voluntades de su familia, busca las formas de sofocar esa rebelión; y cree que internando a Cecilia en un centro de rehabilitación, va a solucionar el problema.
Pero afortunadamente aquella generación de militares dictadores terminó con Armenteros; y hoy, como todos sabemos, los militares se ha supeditado a las normas civiles, cuando antes era todo lo contrario.
Aquella mentalidad militar, que muchas veces lindaba con el sadismo, se fundamentaba en un honor que consideraban imprescindible para convivir; y cómo se solía decir: "las letras con sangre entran", tenían la absoluta creencia, que, el ser humano ha de ser sometido a las leyes del orden, y éstas sólo se pueden departir en toda su dureza y crudeza.
Desgraciadamente algo de razón tenían, puesto que hoy vemos muchos jóvenes libertinos y depravados, donde la única razón de sus vidas es el libertinaje y la impudicia. Ni una cosa ni la otra.
Lo realmente triste, es que hoy, muchas personas no sean capaces de discernir por ellas mismas, sin que nadie les obligue a ello, que, las sociedades sanas se fundamentan en el respeto, la solidaridad, la ley y la justicia.
