Si hablamos de autoría en pleno 2025, es inevitable sacar a relucir el tema más candente de la industria: la inteligencia artificial generativa. La proliferación de este tipo de tecnologías, entrenadas con contenidos preexistentes, es uno de los principales dilemas que afronta el entorno audiovisual y, para tratar de arrojar algo de luz sobre una cuestión repleta de sombras, en Iberseries & Platino Industria se ha desplegado una charla sobre el "nuevo mundo" que se abre de la mano de estas herramientas.
"Navegamos por aguas pantanosas", reconoce Pau Vergara, productor ejecutivo de Red Spectra Fims, que se ha especializado en el uso de la IA y que, de hecho, antes de su intervención comparte un épico teaser generado completamente a través de la inteligencia artificial. "Estamos ante un gran tsunami revolucionario. Vamos a tener la capacidad de democratizar los contenidos creando cosas que hasta el momento eran impensables", añade.
Sin embargo, aquí surge el interrogante de la autoría y la deshumanización del proceso creativo, aunque Vergara tiene una posición muy marcada al respecto. "Cuando hablamos de IA, realmente estamos hablando de personas. Parece una contradicción, pero es así. Para hacer estos proyectos utilizamos herramientas creativas que nos ayudan a generar contenidos. En realidad somos los humanos, los creadores, los que estamos creando. Las máquinas no crean nada. No pulsas un botón y se crea una película, aunque estoy convencido de que llegaremos a ese momento", apunta, poniendo en valor la labor que, al menos por ahora, desempeñan los componentes artísticos humanos: "En estos momentos, son necesarios el guionista, el director, el músico, el montador, el productor y los actores, que van a tener una participación fundamental para dotar de expresividad".

Pau Vergara durante su intervención en Iberseries & Platino Industria
Por su parte, la directora de Propiedad Intelectual del Grupo Telefónica, Clara Ruipérez, aporta su visión desde el corazón de la industria: "A día de hoy es imposible pensar, sobre todo en el mundo audiovisual, que no hay humanos detrás trabajando con la IA. No es como en el texto, que ya se pueden crear completos, de mayor o menor calidad. En el entorno audiovisual es claramente una herramienta, es imposible pensar que la IA crea cosas de manera autónoma".
Implantación en la industria
Desde la posición de Telefónica, uno de los mayores titanes del país, se abraza cualquier tecnología que aporte nuevas posibilidades, aunque afrontan un "problemón" en lo que se refiere a la IA. "Nos cuesta que los creadores tengan la valentía de explicar abiertamente en qué fases del proceso usan la IA... Creo que por miedo a que se les considere menos creadores. Ojalá cambie la situación", comenta Ruipérez, que lleva dos años solicitando a productoras y autores que detallen su uso de la IA. "La realidad es que la gente no se atreve a reconocerlo abiertamente, sobre todo los que están en puestos creativos", añade.
Aun así, eso no significa que la IA esté desterrada del proceso artístico. Por ejemplo, Los Javis recurrieron a ella para completar una secuencia de 'La Mesías', pero el dilema va más allá de la ética, ya que también afecta al marco legal. "En la industria respondemos con cautela. La ley llega, pero tenemos que reflexionar acerca de cómo llega la IA a hacer lo que hace, que tiene que ver con el input, el entrenamiento y toda la duda legal sobre si se pueden utilizar obras anteriores sin pedir autorización; y luego la otra parte es aquello que se crea, donde no cabe duda de que el autor debe ser una persona física", señala la ejecutiva.
En cualquier caso, Ruipérez reconoce que estas arenas movedizas no son suficientes para desalentar a las grandes compañías a la hora de emplear la tecnología: "No nos podemos quedar quietos y tenemos que utilizar la IA, siempre con mucha cautela. Entonces, nos dirigimos a modelos de gobernanza internos, donde intentamos trasladar a nuestras productoras cuáles son los límites entre los que nos movemos, aunque con mucha cintura porque lo que hoy se puede hacer mañana a lo mejor no".

Clara Ruipérez y Roger Campione en Iberseries & Platino Industria
La cuestión de los derechos
Al entrar en el tema de la autoría, sale a relucir un elemento indisociable de la misma: los derechos. "Nosotros utilizamos herramientas que vienen de Estados Unidos y allí tienen una normativa de copyright diferente, así que el gran problema es que los europeos, que solo usamos y no entrenamos, tengamos que pagar por un entrenamiento masivo hecho por otros", reflexiona Ruipérez, recordando que se desconoce qué contenidos se han empleado para alimentar a los principales modelos de IA.
"Al final cuando hablamos de derechos, hablamos de dinero. Los creadores digitales queremos hacer libremente nuestros proyectos, que nos los compren y cobrar por ellos. Además, queremos cobrar por nuestras obras previas, no hechas con herramientas IA, que son usadas por las tecnológicas para generar otras obras. No sé si los señores de Runway han utilizado películas mías para entrenar a sus máquinas. En algún momento habrá que establecer un acuerdo económico por el cual, si una empresa no es transparente y no comparte cómo ha entrenado a su máquina, se imponga un canon, tasa o impuesto para cobrar de ello", asegura Vergara.
"La jurisprudencia internacional ya ha determinado que las máquinas no pueden ser consideradas autoras. Por tanto, los programas de IA tampoco. Los jueces dicen que la creatividad humana sigue siendo una condición sine qua non del núcleo de protección de los derechos asociados a la creación", aporta Roger Campione, catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Oviedo, que no ve necesario "crear nuevas categorías legales para tutelar los derechos de las personas afectadas por el impacto de la IA".
Por último, Campione plantea el principal peligro derivado de la implantación masiva de la IA, lo cual incluye al sector audiovisual: "El riesgo principal es el poder que tiene la inteligencia artificial para reformular nuestra relación con nuestras creencias y nuestras identidades. La IA generativa conoce nuestras preferencias y nos proporciona informaciones que reflejan y refuerzan lo que nosotros ya creemos de partida, es decir, que reflejan y refuerzan nuestros prejuicios. El riesgo existencial no es que las criaturas artificiales superen nuestra inteligencia, sino que los humanos perdamos nuestra capacidad de definirnos a nosotros mismos para tomar decisiones realmente autónomas".
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