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'La Ruta', en imágenes 12 fotos
Sento, Toni, Nuria, Marc y Lucas en 'La Ruta'
Guillem Barbosa en 'La Ruta'
Àlex Monner en el rodaje de 'La Ruta'
Marc, Sento, Toni y Nuria en 'La Ruta'
Ricardo Gómez y Àlex Monner, abrazados en 'La Ruta'
Claudia Salas grita en 'La Ruta'
Elisabet Casanovas en 'La Ruta'
Claudia Salas y Àlex Monner en 'La Ruta'
Àlex Monner y Ricardo Gómez en 'La Ruta'
Ricardo Gómez, Àlex Monner, Elisabet Casanovas y Claudia Salas ruedan 'La Ruta'
El reparto principal de 'La Ruta'
Los protagonistas de 'La Ruta'
Las segundas temporadas son una especie en peligro de extinción en España. Pese a estar inmersos en la era más prolífica de las series locales, muchos de esos proyectos nunca llegan a tener continuidad, ya sea porque se concibieron como formatos limitados, porque no dieron la talla a nivel de audiencia, por falta de ideas, por la racanería del ejecutivo de turno... Cada título es juzgado y sentenciado por diferentes factores, pero la imagen completa evidencia el viraje de una industria que antes buscaba exprimir al máximo cada producción y que ahora, en cambio, dispersa su atención entre numerosas propuestas.
Por eso, actualmente el regreso es la excepción y, en muchos casos, nos lleva a preguntarnos: ¿para qué? Si tenemos tanto entre lo que elegir y ya saciamos el hambre con una temporada, ¿para qué volver? ¿Cuál es el propósito? Una vez más, la respuesta a esas preguntas varía en función de la ficción, pero aquí nos vamos a centrar en un caso en concreto, el de 'La Ruta', que vuelve tres años después de habernos llevado de fiesta por Valencia.

Carla Díaz interpreta a Vicky en 'La Ruta. Vol. 2: Ibiza'
Aquella primera temporada, que rebobinó la Ruta del Bakalao con un formato muy original y rebosante de personalidad, llenó sus vitrinas de premios y se desmarcó como uno de los mayores triunfos de Atresplayer junto a 'Cardo' o 'Veneno'. Rápidamente, antes incluso de su lanzamiento, la plataforma confirmó que había puesto en marcha una nueva entrega, la cual se enfrentaría al reto de encontrar ese propósito que justificara su existencia tras una tanda inicial tan redonda.
Pues bien, tras haber visto el primer episodio durante su proyección especial en el marco del Festival de San Sebastián, os podemos confirmar que 'La Ruta' tiene argumentos de sobra para su retorno. Este segundo volumen, ambientado en Ibiza, no solo vuelve a hacer gala de un pulso eléctrico y extremadamente cuidado, sino que también se atreve a alterar su estructura temporal, ya de por sí experimental, para regenerarse en un nuevo entorno plasmado en dos épocas diferentes.
Los 25 años que separan a esas líneas temporales permiten que en la serie convivan dos Ibizas. En la más moderna nos reencontramos con Marc Ribó, el personaje interpretado por Àlex Monner, que ya se ha consolidado como DJ residente en la discoteca Amnesia, aunque empieza a sentirse acorralado por los talentos y empresarios extranjeros que pretenden convertir la zona en la gran referencia del ocio nocturno. En cambio, en el pasado aquella Ibiza no es más que un boceto lejano que está siendo dibujado, entre otros, por Manuel, el padre de Marc, un constructor que pretende aprovechar el capital foráneo para remodelar la isla y su propia vida.

Marina Salas e Irene Escolar son Leo y Violeta en 'La Ruta. Vol. 2: Ibiza'
Los dos lados del espejo
La nueva estructura de 'La Ruta' propone un diálogo constante entre presente y pasado, yuxtaponiendo ambos tiempos y las inquietudes de sus protagonistas. Así pues, la serie producida por Caballo Films y creada por Roberto Martín Maiztegui, Clara Botas y Borja Soler se decanta por no ser únicamente una secuela que conecta con la primera temporada, la cual culminaba en un avión rumbo a Ibiza, sino también una precuela que explora el contexto del tardofranquismo desde prismas muy diversos.
Esa doble ambición no es nueva, ya que 'Better Call Saul' o 'El padrino II' ya recurrieron a ella para suceder a algunas de las mejores creaciones de la historia, pero lo cierto es que a la 'La Ruta' le encaja a la perfección. Si por algo destacó su primera entrega fue por su exploración de la identidad al colarse por las grietas de Marc, Toni, Sento, Lucas y Nuria con un flashback permanente que resignificaba constantemente todo lo que íbamos viendo sobre ellos. Cada escenario y diálogo adquirían un nuevo valor al ahondar en los orígenes, por lo que la serie ya demostró su fijación por la erosión inherente al paso del tiempo.
Y esa obsesión no hace más que acrecentarse en la segunda temporada, sobre todo gracias, una vez más, al exquisito tratamiento de los personajes, cuyos viajes emocionales son la auténtica columna vertebral del relato. En la línea temporal más actual, Marc ha aprendido en cierta medida a convivir con sus traumas, pero su vida da un vuelco cuando una chica llamada Vicky (Carla Díaz) rompe su burbuja de fama y le enfrenta a una nueva realidad. De ese choque surge la mirada directa hacia su padre, al cual interpreta también el propio Monner para cerrar el círculo de la introspección.
En lo que respecta a la época de Manuel, la suerte de 'Crematorio' ibicenco que le rodea no es más que la punta del iceberg, ya que su shock particular parece guardar más relación con el despertar de su esposa, Leo (Marina Salas), que cae en una espiral de autodescubrimiento tras entrar en contacto con una comuna hippie de la que forma parte Violeta (Irene Escolar). Así se introduce una contracultura que dejará huella en la familia Ribó, pero también en la propia descendencia de Violeta, puesto que su hija Olivia también tendrá espacio en la trama de los noventa.
Al igual que Monner, Escolar también se duplica para encarnar a la versión adulta de Olivia en este juego de matrioshkas que, pese a resultar un tanto desconcertante de primeras por decisiones como el impostado cambio de voz de Marc a Manuel, permite que las dobles interpretaciones se retroalimenten y que la serie amplíe su universo sin perder el tono íntimo y humano que la caracteriza. De la misma manera, la labor de las otras dos protagonistas, Díaz y Salas, es igualmente encomiable, ya que aportan una complejidad aún mayor a Vicky y Leo, dos personajes que de base no son precisamente simples.

Irene Escolar y Àlex Monner tienen un doble desafío en 'La Ruta. Vol. 2: Ibiza'
El nuevo mundo
La introducción de tantos personajes inéditos y el cambio de ambientación brindan una experiencia que se siente original, pero también familiar. Al fin y al cabo, entre ambas temporadas hay un denominador común muy evidente: la apuesta en firme por los personajes, cuyo estudio se impone a cualquier tipo de efectismo que acelere la trama. Ahí entran en juego los meticulosos guiones, pero también la dirección de Soler, que potencia el producto final con un apartado visual excelente y es capaz de retratar cada una de las Ibizas que transitan los protagonistas.
Al cruzar esos caminos se ofrece una experiencia más ambiciosa y madura, que supera la fase coming of age de su predecesora para adentrarse en los vericuetos de la vida adulta y que, a falta de ver los cinco capítulos restantes, responde de manera contundente al para qué del comienzo de este texto. Sí, 'La Ruta. Vol. 2: Ibiza' está más que justificada y tiene un propósito claro y muy bien articulado: atraparnos en su vibrante mundo a base de drama, ecos del pasado y, en definitiva, pura emoción.
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